miércoles, 9 de marzo de 2011

Felicidad

La Mari se posa en el alfeizar de una antigua casa. Y como estoy tan encantada, no puedo parar de mirarla. Revolotea a mi alrededor y la luz del sol me encandila tanto como sus colores otoñales. Me fascina y no puedo dejar de pensar en todo lo que ella implica.
Una sonrisa se me escapa y la Mari parece entender su significado. La Mari baila para mí, y mis ojos soñadores y asombrados no pueden no observarla. Una nueva sonrisa se escurre de mis labios, y es ella quien la provoca.
Se ha establecido una especie de conexión inquebrantable entre las dos. Ahora es ella quien me mira mirarla, quien me mira bailarle. Quiero alcanzarla. Quiero tocarla. Quiero alcanzar la magia que habita en sus alas.



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Mari felicidad ? mmm, mi felicidad es Meri !

Anónimo dijo...

Tolosa reclama el nuevo texto prometido !